lunes, 14 de febrero de 2011

Nuevas guerra y sociedad civil

Nuevas guerras y población civil
Juan Pablo García Vallejo
*La principal víctima es la población
** Incitan la intervención extranjera sin permiso

Resulta muy oportuna la circulación en México del libro La fuerza y el poder. La seguridad de la población civil n un mundo global de Mary Kaldor, publicado por Tusquets Editores en su colección de ensayo, porque nos describe claramente las transformaciones en el fenómeno de la guerra clásica a las nuevas guerras que veíamos lejos y ahora está en nuestras calles, identifica los distintos participantes como las sectas fundamentalistas, los grupos nacionalistas y los nuevos fuerzas del crimen organizada
Y como en estos conflictos la principal víctima es la población civil de muchas formas: por los desplazamientos masivos involuntarios, la violación generalizada de los derechos humanos y espectadores de violencia exagerada y técnicas de terror.
Y es singular esta obra porque nos sirve para explicarnos lo que está pasando en México, la guerra del narco contra el Estado y la sociedad, en momentos que se declara oficialmente su inexistencia como “guerra”, se desestiman la enorme cantidad de muertos, la violación de derechos humanos por las fuerzas armadas y desde el exterior se predice un alargamiento al infinito de estos nuevos escenarios bélicos que ponen en riesgo la seguridad humana.
Kaldor considera que las nuevas guerras, surgidas en los años 1990, se distinguen de modelo clásico de conflicto bélico en que un Estado y su ejército combaten a un Estado enemigo y su ejército. “Las que domino “nuevas guerras” son exactamente lo contario. Se trata de enfrentamientos que tienen lugar en el contexto de la desintegración de los estados (en general, de estados autoritarios bajo el impacto de la globalización, E ellas contienden redes de actores estatales y no estatales (…) Son guerras en las que no abundan las batallas y la violencia se dirige en su mayor parte contra los civiles debido a las tácticas de contrainsurgencia o de limpieza étnica. En ellas los impuestos disminuyen y la guerra se financia con el botín y saqueo, el comercio ilegal y otros ingresos generados por las hostilidades. En estos conflictos, las distinciones entre combatiente y no combatiente, violencia legítima y criminalidad se están difuminando. (…) Redefinen el sentido de comunidad política siguiendo nuevas líneas de división, y lo hacen creando miedo y odio”.
Algunos de las nuevas guerras a intentado solucionarse con la intervención humanitaria de la ONU o de forma unilateral por los Estados Unidos, que se adjudican invadir países extranjeros en nueva guerra para proteger sólo sus intereses económicos y políticos. “La intervención humanitaria puede definirse como la intervención militar en un estado, con o sin el consentimiento del mismo, para impedir un genocidio, violación a gran escala de los derechos humanos (incluida la hambruna) o violaciones graves del derecho humanitario internacional”, explica Mary Kaldor.
El poder y la fuerza es un conjunto de ensayos escritos por Kaldor cuando participaba en la Asamblea de Ciudadanos de Helsinki, donde explica casos de intervención humanitaria, la baja del poder norteamericano en el mundo, las amenazas de los nuevos nacionalismos, la desintegración de países en Europa por conflictos étnicos o religiosos, el surgimiento de una sociedad civil global y los retos de la seguridad humana en el mediano plazo.
Sorprende el conocimiento de la historia recientísima del mundo globalizado y el entendimiento de los distintos conflictos desde la década de 1990, porque una característica de esta época es la interconexión financiera, productiva, política que ya no se puede existir ni gobernar solos.
Kaldor nos dice que estas nuevas guerras se nutren de jóvenes insatisfechos, “a menudo educados para desempeñar otras funciones que ya no existen debido a la decadencia del estado o del sector industrial, con frecuencia sin ingresos para casarse y, en ocasiones, ante la necesidad de legitimar actividades semilegales en las que pueden encontrar su única fuente de ingresos”.
En todo el texto no deja de señalar que la principal víctima es la población civil, “desarmada y desprotegida”. El sufrimiento civil, tiene muchas expresiones con las violaciones en masa, desalojos territoriales, encarcelamientos injustos, aplicación de violencia exagerada, de técnicas de propagación del terror y el odio en toda la sociedad a través de los medios de comunicación. Esta violencia exagerada se ve en la “amputaciones de extremidades, orejas y labios con machetes, decapitación, marcas de fuego, y violaciones en grupo de mujeres u niños.” O en “asesinatos contundentes, patológicos y atroces perpetrados de tal manera que se exhibe gráficamente el poder de la violencia actos representados en grande escenarios de conflicto…”.
Una posible solución a estas nuevas guerras posmodernas es la “distensión desde abajo”, es decir, incluir la participación civil en defensa de los derechos humanos ya no defendidos ni por el Estado ni por los comandos del crimen organizado. De una posición e victima indefensa la sociedad civil pasa a ser un actor activo en la búsqueda de la paz y seguridad colectiva.
Una conclusión central de este libro es que “En las guerras, la sociedad civil es la primera víctima, y cuanto más se prolonga los conflictos más se destruye la sociedad civil”, dice Kaldor.

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