lunes, 4 de abril de 2011

Vivir el imperio de la mentira


Vivir el imperio de la mentira
Juan Pablo García Vallejo

*Un mal necesario de la cultura occidental
** Desde niños aprendemos a mentir
*** Instituciones y políticos la usan cotidianamente


Uno de los pilares de la posmodernidad distopica que disfrutamos es el de la transparencia, una cuasi modernización de la búsqueda de la verdad, pero este afán de sinceridad interpersonal y colectiva o de honestidad duro muy poco pues en la Era de la transparencia lo oscuro se vuelve más opaco, o dicho de otra manera vivimos en el imperio de la mentira o el engaño tanto en nuestras relaciones interpersonales, en las acciones de las instituciones y los discursos e ideas expresados a diario por los líderes sociales, auténticos mentirosos compulsivos, mitómanos institucionales o sociopatas. La mentira es una forma de hacer daño o de explotar a las personas y sociedades.
Y este reinado no es propiedad de algún país en particular sino algo intrínseco a la cultura occidental, así que no hay que sorprenderse que muchas sociedades vivan en la mentira. Esto y más se puede aprender en el libro Cuando mentimos. Las mentiras y lo que dicen de nosotros, del Robert Feldman, publicado por Editorial Urano.
“Mentir no se limita a un aspecto de nuestra sociedades, a un tipo de persona o a un tipo de institución. Como veremos, mentir impregna el modo en que llegamos a conocernos unos a otros y la manera en que formamos las relaciones. Se trata de una parte de cómo educamos a nuestros hijos y de cómo elegimos a nuestros líderes. Es esencial para nuestra economía, y es esencial para los medios de comunicación”.
Feldman lleva más de cuatro décadas investigando el papel de las mentiras, engaños o estafas y sus diversas expresiones en los Estados Unidos, donde tampoco se cumple una proclividad a la verdad, pone como ejemplo el “gran engaño” de las armas bacteriológicas que ocasiono la Invasión a Iraq, que algunos dicen que no fue una guerra auténtica.
El valor de la sinceridad, de la honestidad que se debe inculcar a los seres humanos como un ideal bueno, es al mismo tiempo minado cotidianamente desde edades muy tempranas: a los niños se les enseñar a mentir, a si dicen “yo no hice esto” pero si lo hicieron y rápido aprenden de sus padres el uso de las mentiras en su proceso de socialización infantil.
De adolecentes copiaran en los exámenes, vivirán con parejas no sinceras, mentiras para aparentar ser más listos, más inteligentes, triunfadores o ricos que todos los demás, y ya de adultos a nivel social creerán a los pico de oro de las venta de los productos milagrosos, baratos o que creemos necesitar, serán clientes de la gran fábrica de mentiras instantáneas de los periódicos y noticieros televisivos y la inevitable presencia de muchos engaños en los discursos y campañas electorales.
Y todo esto porque nos dice el autor, la mayoría de la gente no sabe cuando le están mintiendo, uno de los meritos de su libro es que nos enseña, además, algo que pocos e sabe: que las mentiras tienen costos emocionales, económicos y políticos muy grandes.
Entre las diversas formas de mentira están las mentiras piadosas que ayudan a seguir una conversación con alguien conocido o desconocido para ocultar inseguridades, ansiedades o poco conocimiento, en una conversación de 10 minutos de miente 3 veces dice el investigador.
También están los “falsos cumplidos” para quedar bien y no mostrar nuestro opinión honestamente, luego coloca a las víctimas de los grandes estafas por la suplantación o invención de falsas identidades o enfermedades terminales.
Incluye los grande engaños o mentiras a gran escala en la política internacional y el actual imperio de la mentira electrónica en internet con la circulación viral de miles de identidades falsas de hombres que se hacen pasar por mujeres, de mujeres que inventan personas inexistentes o ser estudiantes prodigiosos, el haber recibido herencias millonarias, y para cooperar económicamente en campañas humanitarias inexistentes.
También nos adiestra en la capacidad, difícil de cultivar, de descubrir las mentiras por algunos rasgos fisiológicos como sudar, tamborilear con los dedos, estar impaciente, pero esta vía biológica o emocional hacia la búsqueda de la verdad se puede engañar porque ni los métodos de observación, ni las pruebas de polígrafo utilizado por la policía o por los tribunales han logrado tener éxito para descubrir las mentiras pequeñas o grandes. Robert Feldman da muchísimos ejemplos de estafadores económicos, académicos y de asesinos engañaron a la policía y fueron puestos en libertad.
Y propone pensar en construir una sociedad sincera, aunque esto sea nada más un buen deseo porque la mentira está ya en nuestro genes y pareciera ser el aceite o el combustible que hace funcionar a toda la sociedad, pero para no mentir, nos recomienda solo ser nosotros mismos.
*No hay una sociedad sincera

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