lunes, 28 de marzo de 2011

Los medios en una democracia criminalizada

Los medios en una democracia criminalizada
Juan Pablo García Vallejo
*Un proceso de zombificación social

Me encontraba en la Central de Camiones de San Mateo Atenco leyendo un periódico local donde se informaba de la pasarela de los medios de comunicación con el presidente Calderón, en el magno Museo de Antropología, para firmar un acuerdo contra la emisión de noticias provenientes del narcotráfico. Una reunión a la que acudieron directores y locutores televisivos, de los principales consorcios y también de los nuevos canales privados, que solo quedo en un documento para su veloz e inmediata museificación porque es impráctico en la realidad.
Sin duda esta reunión forma parte de una medida coercitiva contra el derecho a la información, en el último tercio del sexenio calderonista, porque se está pasando por alto una realidad por todos conocida y difundida no solo en las noticias diarias, sino por decenas de películas del nuevo cine mexicano y la literatura del narco, de la barbarie, donde se glorifica la personalidad delincuencial de los capos del crimen organizado, que incluso ya los niños desean ser como ellos. Algo inevitable cuando se construyen representaciones sociales mitificadoras de estos personajes.
Estos velados mecanismo de control social desde la presidencia lo que busca es ir construyendo una especie de conformismo social, de impotencia civil en todos nosotros para aceptar y dejar que el Estado calderonista siga incurriendo en un mayor desastre contra toda la sociedad mexicana. Y también heredar este proceso de zombificación social al sucesor de Calderón sea quien sea.
Si la democracia no es el mejor de los gobiernos, como nos habían repetido hasta la saciedad, lo cierto es que la democracia criminalizada decreta cotidianamente el fin del Estado y el imperio de la violencia inhumana.
Calderón se auxilia de los medios electrónicos e impresos porque ya no tiene nada que perder, ya perdió todo su capital de acción política y de credibilidad al crear esta guerra inútil que ha costado muchas vidas de mexicanos.
Como ya lo comentamos en este espacio la democracia criminalizada se está consolidando en México y en perjuicio de la raquítica, incipiente o desnutrida vida social que es la principal víctima de escenarios catastróficos construidos del el gobierno calderonista.
El crimen organizado ha cambiado de estrategia en la utilización de los medios no solo imponiendo la censura a los propios periodistas regionales que denuncias sus actos de corrupción o de enriquecimiento excesivo sino llegando a la intimidación, el secuestro y el asesinato de decenas de compañeros. Y muestra a la vez, la vulnerabilidad de los medios frente a poderes fácticos emergentes y muy poderosos, que ya no se pueden controlar ni con la violencia estatal ni con la desinformación que ahora quiere imponer Calderón.
Hay que admitir que algunos medios, como la revista Proceso, se han sobrepasado en la misión de informar a la sociedad y han creado verdaderos monstruos sociales a los que proponen como candidatos a la presidencia de México, como lo difundieron en la Feria Internacvional del Libro de Minería pasada.
Esto es algo descabellado por parte de los directivos de esta revista de información política porque se creen situados por encima de muchas cosas, de muchos otros poderes, y además se creen bastante invulnerables ante la amenaza del crimen organizado, cuando ellos mimos son un poder, hay que decirlo un poder bastante antidemocrático y autoritario revestido de falsa veracidad de sus reportajes. Esta revista se ha posicionado como el porta voz de los narcos, así los delincuentes ya no tienen que amenazar a periodistas de mil maneras o sostener periódicos con publicidad para fomentar la desinformación y construir el “aquí no pasa nada”, los periodistas de esta revista hacen el trabajo sin que los narcos ni sus numerosos sicarios los presionen.
Ser emisarios involuntarios del crimen organizado solo ocasiona un aumento de la diversas expresiones de inseguridad en todo el país, pues ya no se busca ser objetivo en la información proporcionada en sus páginas sino solo aumentar la incertidumbre colectiva, sembrar terror, miedo e impotencia en todos los ciudadanos que ya saben que el Estado mexicano está desapareciendo porque no puede cumplir las funciones públicas como brindar seguridad y bienestar sino creando zonas de barbarie donde ya no hay gobierno ni ley que valga, solo la impuesta por los grupos de narcos.
Este acuerdo nació muy limitado porque la única manera de no seguir el sensacionalismo televisivo de cada noche, la superficialidad de sus noticias y la desinformación creciente es apagar la televisión. Pero esta infantil medida solo potencia el predominio de los narcos, sus sicarios y medios narcos en toda la vida social, pues ya no es el Estado quien tutela a la sociedad sino estos nuevos poderes tiránicos e inhumanos. Y nos indica que es una verdadera desgracia vivir en una democracia y mayor infortunio si esta se vuelve criminalizada.

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